Vivir con Esclerosis Múltiple

Cerca de 2,5 millones de personas en el mundo tienen esclerosis múltiple. Es la principal causa de discapacidad de origen no traumático entre adultos jóvenes y hasta el momento no tiene cura. Sin embargo, el diagnóstico precoz, el tratamiento y la actitud del paciente hacen que se pueda disfrutar de la vida conviviendo con ella.
La Esclerosis Múltiple es una enfermedad crónica del Sistema Nervioso Central en la que el sistema inmune ataca de manera anormal la capa aislante y el apoyo de las neuronas (vaina de mielina) en el cerebro, la médula espinal y los nervios ópticos. Está presente en todo el mundo y es una de las enfermedades neurológicas más comunes entre la población de 20 a 30 años.
Puede producir síntomas como fatiga, falta de equilibrio, dolor, alteraciones visuales y cognitivas, dificultades del habla, temblor, etc. El curso de la EM no se puede pronosticar, es una enfermedad caprichosa que puede variar mucho de una persona a otra. No es contagiosa, ni hereditaria, ni mortal.
“Lo más shockeante de la enfermedad es que afecta a las personas al principio de su vida laboral, cuando están iniciando sus proyectos vitales, lo que hace que su impacto sea mayor. A la vez, se da con más frecuencia (más del doble) en mujeres que en hombres”, explica el Dr. Edgardo Cristiano, Director del Centro de EM de Buenos Aires.
En la esclerosis múltiple la mielina se pierde en múltiples áreas dejando en ocasiones, cicatrices (esclerosis). Estas áreas lesionadas se conocen también con el nombre de placas de desmielinización.
La mielina no solamente protege las fibras nerviosas sino que también facilita su función. Si la mielina se destruye o se lesiona, la habilidad de los nervios para conducir impulsos eléctricos desde y al cerebro se interrumpe y este hecho produce la aparición de síntomas. Afortunadamente la lesión de la mielina es reversible en muchas ocasiones.
Un tratamiento adecuado en las etapas iniciales de la enfermedad puede reducir significativamente su actividad y el avance de la discapacidad, lo que permite un estilo de vida más independiente. Buscar apoyo, lazos de contención y seguir disfrutando de las actividades preferidas, es para los especialistas fundamental para que el paciente aprenda a convivir con la enfermedad.